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Historia de las Bibliotecas




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Historia de las Bibliotecas


EL SIGLO XVII


Este siglo trae consigo la desparición de la unidad religiosa y política, por lo cual el latín fue perdiendo importancia como elemento de comunicación y cultura. La guerra de los 30 años trae consigo la destrucción de importantes bibliotecas y el saqueo de otras. La gran novedad del siglo es la aparición de las primeras bibliotecas públicas creadas no por el monarca o una institución pública sino por personas concretas, además de participar en ellas, bibliotecarios profesionales.

La biblioteca Bodleian, Cambridge y Trinity College:

Nada más iniciarse el siglo se inaugura la biblioteca de la universidad de Oxford, llamada Bodleian en honor de Thomas Bodley que fue su creador. Anteriormente habia en armarios en la iglesia de Santa María una pequeña cantidad de libros que se podían prestar. Thomas Bodley trabajó como profesor de esta universidad y viendo el rápido desarrollo de la universidad de Leyden le ofreció a Oxford costear la instalación de la biblioteca. Se inauguró en 1602 con 300 manuscritos y 1700 volúmenes impresos, que se triplicaron en sólo 4 años. Curiosamente el idioma más común de los libros era el latín, seguido del italiano, francés, español, griego, hebreo e... inglés.

Los libros estaban colocados en estantería perpendiculares a las paredes con un pasillo central. Los lectores estaban situados en unos bancos fijos frente a cada estantería, con unas tablas que hacían de mesas en la que descansaban los libros que estaban encadenados. Actualmente posee la friolera de 40.000 manuscritos y 4 millones de libros impresos.

biblioteca trinity college

Mucho más modesta fue la biblioteca del College de Cambridge inaugurada en 1638 y que luego sería la universidad de Hadvard. La biblioteca comenzó con un donativo de 380 volúmenes por parte de John Harvard. Tras algunas donaciones más, sufrió en 1764 un incendio que destruyó la mayor parte de sus volúmenes. Se sobrepuso rápidamente alcanzando en 1895 los 300.000 volúmenes y en 1915 los 700.000. El edificio donde guarda actualmente la sección de libros raros -Houghton Library- conserva 3.500 incunables entre ellos, una Biblia de Gutenberg. En la actualidad, cuenta con 10 millones de volúmenes.


Aunque la universidad de Dublín fue creada en 1592, la biblioteca del Trinity College no comenzó hasta el siglo siguiente. Entre sus primeras adquisiciones figura la de James Usser que disputaron con el cardenal Mazarino y el rey Federico III de Dinamarca. Sus fondos pasaron finalmente a Dublín y lo formaban 6.000 importantes libros impresos y 700 manuscritos. Su especialidad la constituyen los manuscritos irlandeses, algunos tan famosos como el libro de Kells. En la actualidad tiene más de un millon de volúmenes impresos y 2.000 manuscritos.

La Biblioteca Ambrosiana de Milán:

Creada por el cardenal y arzobispo de Milán, Federico Borromeo, éste ordenó a principios de siglo la cosntrucción de un edificio en el centro de la ciudad entre las iglesias del Santo Sepulcro y la de Santa María de la Rosa. Tardó 6 años en reunir 30.000 libros impresos y 15.000 manuscritos que adquirió por todo el mundo. Convenció a los monjes de Bobbio de cambiar importantes códices precarolingios por libros modernos, consiguiendo así más de 70 códices entre ellos palimpestos con discursos de Cicerón que se creían perdidos. En 1637 adquirió el Codex Atlanticus, álbum de dibujos de Leonardo da Vinci. Abrió sus puertas en 1609 y estuvo abierta 4 horas diarias -gran novedad en su tiempo-.

En la actualidad tiene unos 800.000 volúmenes, 35.000 manuscritos y 3.000 incunables, entre los que destacan un palimpsesto con la traducción al gótico de la biblia hecha por Ulfila, un Virgilio anotado por el mismísimo Petrarca y uno de los dos ejemplares que quedan de la edición del Kempis hecha en 1596 en Amusaka -Japón-


La Biblioteca del Cardenal Mazarino:

biblioteca mazarino

Mazarino, sucesor del cardenal Richelieu como ministro de Luis XIII consiguió una enorme biblioteca en parte por regalos generales, diplomáticos o altos cargos que incluso le conseguían libros raros en el extranjero con la intención de agradarle. Otra parte proviene de su incesante labor recorriendo medio mundo y a la labor del bibliotecario Gabriel Naudé que dejó su profesión médica por la de bibliotecario. Cuando Mazarino fue proscrito en el parlamento, puso en venta su biblioteca y aunque se vendió en parte, el bloque se mantuvo pues nadie quiso comprarla entera. Cuando Mazarino consiguió rehacerse con el poder, consiguió recuperar la mayoría de sus libros y compró otros hasta llegar a los 45.000. Desde 1806 ocupa el mismo edificio del Instituto de Francia y posee 500.000 volúmenes, 4.500 manuscritos y 1.800 incunables.

La biblioteca, declarada pública, se enriqueció con una cantidad de libros considerable provenientes de las casas de los nobles o de las congregaciones religiosas. Entre su extensa colección de incunables cabe destacar la Biblia de Gutenberg, conocida con el nombre de Biblia Mazarino.


En España la primera gran biblioteca del siglo le corresponde a Don Diego Sarmiento de Acuña, embajador durante 8 años en Inglaterra durante el reinado de Jaime I del que se hizo un gran amigo. Allí adquirió numerosos libros pero también en España. Deseaba, según sus palabras, juntar el mayor número posibles de libros buenos y antiguos. A pesar de que deseaba retirarse de la vida pública para encerrarse en su palacio y disfrutar de sus libros, a su regreso a España fue nombrado consejero de estado y embajador en Alemania por Felipe IV. Moriría 3 años después de su deseado retiro. Tras su muerte se contabilizaron unos 15.000 volúmenes y permanecieron en Valladolid hasta 1785 que fueron vendidos a Carlos III donde pasaron a constituir la biblioteca particular de los reyes que hoy se denomina, de Palacio.

Otras importantes fueron las de don Gaspar de Guzmán conde-duque de Olivares, la de don Juan Francisco Pacheco Tellez de Girón, Juan Lucas Cortés o Nicolás Antonio, llamado el principe de los bibliógrafos españoles, gastando todos sus ingresos en la adquisición de unos 30.000 volúmenes. Su importancia viene de la publicación en 1672 de la Bibliotheca Hispana Nova con la descripción de los escritores españoles desde 1500 hasta sus dias.



Escribir es un ocio laborioso.
Johann W. Goethe.

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