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Historia del libro en Europa




Introducción

La Edad Media

El siglo XV: Los Incunables

El siglo XVI

El siglo XVII


Historia del libro en Europa: La Edad MEdia

Nuestra historia y la del libro, podemos decir que empieza con el cristianismo, religión que exaltó el libro como portador de las palabras sagradas, pero es en la Edad Media donde éste eclosiona. Desde sus inicios, el cristianismo produjo incontables escrituras sagradas: Evangelios, vidas de santos, la Biblia, etc. El mismo Jesucristo se representaba con un rollo en la mano.

Será de los monasterios de donde saldrán todos los libros entre los siglos V al XII. Son libros escritos en pergamino o vitela, generalmente de grandes dimensiones. Para una obra se precisaba la piel de varios animales, dependiendo claro está del número de folios que ésta tuviera. Una vez preparada la piel, sería el escriba quien la fijaría en su pupitre y con un lápiz de grafito dibujaría los renglones que les servirían como guía de escritura. Sobre ellos, se iría escribiendo con una pluma de ave que era previamente mojada en un cuerno que contenía la tinta y que pendían del pupitre. La tinta negra se usaba para el texto, mientras que la roja se dedicaba a las letras iniciales.

Una de las características mas propias de los códices medievales, es la presencia de numerosas abreviaturas. Su uso, desapareció con la llegada de la imprenta, aunque no debemos olvidar que una de las características de la Biblia de 42 líneas de Gutenberg es la presencia de ellas, pues intentó en todo momento hacer pasar su biblia por manuscrito. Así, DS es Dominus o EPS Episcopus, además de muchos otros signos que vemos frecuentemente en ellos.


En cuanto a las encuadernaciones, su origen se encuentra en los diptycha romanos, que en ocasiones especiales se hacían de marfil con cubiertas decoradas, son el origen de las encuadernaciones de orfebrería. La encuadernación medieval consiste en placas de madera decoradas con relieves de marfil o cinceladas en plata y oro, y engarzadas con piedras preciosas, perlas o esmaltes.

Como en España, en toda Europa se usaba la escritura romana que dio paso a la carlina en el siglo VIII. Eran libros con magníficas iluminaciones, haciendo de cada libro una auténtica obra de arte. Es difícil dar siquiera una breve explicación de las características generales de esta iluminación, ya que al igual que hubo “escrituras nacionales” también podemos decir que lo mismo de las miniaturas. Se suele hablar de miniatura mozárabe, itálica o irlandesa.

Onamentación y miniatura

Durante la Edad Media los monasterios bizantinos se distinguieron por su actividad en la producción de libros. La miniatura bizantina pasó por épocas de distinto esplendor y los artistas se esforzaron por reproducir los modelos antiguos con composiciones llenas de fantasía y caprichos. La decadencia comenzó en el siglo XII, aunque de esa época se conservan códices notables. A destacar monasterios como el de Santa Catarina de donde procede el Codex Sinaiticus

Entre las distintas escuelas que no podemos olvidar, están la merovingia, con ornamentación limitada a distintas combinaciones estilizadas con escaso uso de tintas, la visigótica, con su representación de figuras humanas y como no, la irlandesa.


La miniatura irlandesa

La lrlanda celta se convirtió al cristianismo en el siglo v. Es alli, Irlanda el lugar donde antes podemos encontrar los mejores y más intensos trabajos de la imaginería medieval en cuanto a manuscritos iluminados. Mientras que en España habrá que esperar a las inmediaciones del año 1000 para encontrar ejemplos ilustres, al margen de las copias de los beatos mozárabes, los trabajos irlandeses ya habían aparecido en el siglo VI.

Wikimedia commonsLibro de Kells

Como más claro ejemplo de códice creado por la escuela Irlandesa podemos poner El Libro de Kells. Creado por monjes irlandeses en la isla de Iona en el siglo VIll y a principios del siglo IX, y después llevado al monasterio de Kells en lrlanda, quizá sea la mejor obra de miniatura de manuscrito jamás creada. De autor desconocido, fue escrito en torno al 800 para un uso ceremonial y contiene el texto de los cuatro evangelios precedido por otros textos menores como las "tablas de cánones" . Aunque se ha perdido su encuadernación, el manuscrito de Kells es todo un icono del lujo medieval. En una de las más hermosas páginas de iniciales aparecen las palabras Christi autem generatio («el nacimiento de Cristo»), del Evangelio de San Mateo densamente cubierta con una red de lineas, rostros, formas y animales. Quizás el folio que ha requerido un mayor número de horas de realización en la historia de las ilustraciones miniadas, es la cumbre de la elaboración irlandesa y un perfecto ejemplo del gusto irlandés por la integración de la palabra en la imagen.

Los monjes irlandeses contaban en el siglo VII con más de 300 monasterios y lograron crear un auténtico estilo nacional con influencias orientales y bizantinas. Destacan entre otros, los monasterios de Iona, Kells, Bobbio, Luxeuil, Durrow, que serían centros de erudición entre los más importantes de la Alta Edad Media. Las producciones salidas de sus scriptoria alcanzarían gran popularidad por el resto del continente europeo. Por desgracia, los vikingos asolaron Irlanda durante los siglos IX y X quemándolos y perdiendo casi todos sus manuscritos. Los que han perdurado hasta la actualidad proceden de los monasterios del contienente europeo.


El periodo Universitario

La Universidad de Bolonia en 1088, Oxford en 1096, la de Salamanca en 1208 o la Universidad de París en 1256 son algunas de las universidades más antiguas creadas en el continente, aunque su nombre original fueron “Escuelas Mayores”. Tenemos una deuda impagable con los frailes que conservaron durante tantos siglos las obras de los clásicos de la antiguedad, pero en estos siglos surge una nueva clase intelectual lejos de los monasterios. Figuras como Dante o Boccacio pertenecen a una nueva élite intelectual que ahora atesoran y piden libros que poco a poco dejan de ser monopolio monástico o de los cabildos catedralicios

En los siglos XI y XII la economía empieza a recuperarse, se restablece el comercio y la agricultura, gracias a nuevas técnicas se vuelve más próspera. Gracias a ello, empiezan a aparecer los primeros excedentes de productos. Surgen artesanos independientes que se instalan en las ciudades, las cuales crecen considerablemente. Aparece una nueva clase social más rica, culta e independiente: la burguesía.

Aparecen nuevas profesiones en torno al libro: pergamineros, calígrafos, rubricadores copistas y libreros. Finalmente, los reyes de la Alta Edad Media, de escasa o nula cultura dejan paso a nueva generación de monarcas que se convierten en numerosas ocasiones en auténticos mecenas de la cultura y el arte. Sin ir mas lejos, en nuestro país tenemos el más claro exponente con Alfonso X el Sabio.

Además, las universidades crean nuevos estudios y cátedras. Ya no solo se escriben libros religiosos o jurídicos, sino que ahora nos encontramos libros de Medicina, Música, Astronomía o Matemáticas. Libros que se llevan a casa y se usan en las escuelas, libros que se prestan, se intercambian … y se roban. Libros necesitados por las nuevas profesiones e inquietudes culturales.

Los grandes formatos en muchas ocasiones mayores que el folio, empiezan a disminuir y ahora es fácil encontrar formatos como cuarto, cuarto menor u octavo. Las bellas letras capitulares, que antes se adornaban con motivos zooformes o fitoformes poco a poco se van perdiendo en aras de una mayor rapidez en el proceso de copia. También se pierden las magníficas encuadernaciones medievales y ahora, se hacen en el mismo material que sus hojas. La única diferencia será su grosor.

En cuanto a su precio, poco a poco va disminuyendo y ahora es accesible no sólo a la clase privilegiada sino a esa nueva burguesía que aparece en las grandes ciudades europeas. Esto supuso lógicamente un aumento considerable de la producción y circulación de libros. El libro se comercializa de nuevo. A la sombra de las universidades aparecen los estacionarios, establecimientos encargados de manera profesional de la copia y distribución del libro, ya que a la sombra de éstas Escuelas Mayores (que fue el nombre con el que se conocieron al principio), los manuales se multiplican.

Ya antes hemos hablado en la historia del libro en España del proceso de copia de estos libros. El proceso era sencillo: Los libros se dividían en cuadernillos llamados pecias. El estacionario que las guardaba, cedía las pecias a los copistas que eran los encargados de su reproducción. Así, un mismo copista evitaba tener que encargarse de un libro entero y en su lugar, se centraba tan sólo en un trozo.

Aparece una nueva tipografía mucho más sencilla que las anteriores: La gótica, que desplaza a la romana y carolina. Comienzan a escribirse textos literarios en las distintas lenguas vernáculas, con sus nuevos géneros y temas (libros de caballería, de poesía o de viajes). Junto a esta tipografía empieza a aparecer la necesidad de numerar las páginas y saber dónde se hallaba un pasaje determinado, es decir, surge la necesidad de foliar. Esto se heradaría en los primeros incunables.

Surgen las bibiotecas, naturalmente al amparo de las universidades. Los libros por fin se consultan lejos de los monasterios. Cuando uno habla de bibliotecas se las imagina tal y como se encuentran hoy en dia, o quizás aún más magníficas. Sin embargo, en su inicio los libros que contenía la célebre biblioteca de la Universidad de Salamanca se podían almacenar en un simple arcón. La edad media se cerraría con un nuevo moviminto intelectual, el Humanismo, que se caracteriza por el reencuentro con el mundo clásico.


Los Libros de Horas

Libros de horas Los libros de horas son sin duda, las más bellas realizaciones del libro manuscrito y son orgullo de las bibliotecas, instituciones o afortunados particulares que poseen alguno de ellos. Hablamos de los que fueron encargados por los nobles y poderosos de Europa, ya que al cobijo de éstos, existieron otros de mucha menor calidad y dirigidos a un público más humilde. El contenido de estos libros comprende: Un calendario con especificación de fiestas de cada mes. Suelen llevar una miniatura y el signo zodiacal correspondiente. Posteriormente, suelen aparecer el Oficio Parvo (Officium parvum Beatae Mariae Virginis), lecturas de los Sagrados Evangelios, Salmos, Letanías y distintas oraciones.

Fueron signo de riqueza, de lujo y poder. Hay muchos repartidos por todo el mundo y suelen llevar el nombre de las personas que los encargaron. Así tenemos el Libro de Horas de Felipe el Hermoso (que incluye una miniatura de varias personas jugando a un primitivo golf), el del Mariscal Jean de Boucicaut y como no uno de los libros de horas medievales más famosos y uno de los más iluminados como es el “Très Riches Heures” iluminado en algún instante entre 1412 y 1416 en Francia por los hermanos van Limburg y acabadas por Jean Colombe entre 1485 y 1490. Muy conocidas son las llamadas Horas Negras de Carlos el Temerario, pintadas sobre fondo negro, bellísimas pero muy deterioradas por el abundante uso de colorante negro.

Escribir es un ocio laborioso.
Johann W. Goethe.

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