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Historia del libro español: Los siglos XV y XVI




PARTE II: LOS SIGLOS XV Y XVI.

Introducción

Manuscritos en los siglos XV y XVI

Primeros pasos de la imprenta

Los Incunables

El siglo XVI


Los Incunables Españoles


codice representando la primitiva imprenta Son llamados incunables (del latín incunabulae, en la cuna) los libros impresos con tipos móviles desde la aparición de la imprenta hasta el año 1500 inclusive. Fue posiblemente Cornelius Beughem quien empleó la palabra por primera vez, en su Incunabula typographiae (1688). El término 'incunable' hace referencia a la época en que los libros se hallaban en la "cuna", haciendo referencia a la "infancia" de la técnica moderna de hacer libros a través de la imprenta. Así, son reconocidos como incunables los libros impresos entre 1453 (fecha de la invención de la imprenta moderna) y 1500, procedentes de unas 1.200 imprentas, distribuidas entre 260 ciudades, con un lanzamiento aproximado de 35.000 obras distintas.

Los primeros impresores, en la región de Renania adaptaron otros inventos existentes anteriormente como la prensa rudimentaria, la tinta grasa y crearon un molde o punzón en cuyo extremo está grabada la letra en relieve, que no son otra cosa que los tipos móviles. El gusto por los clásicos griegos y latinas están en la base de las ideas humanistas del Renacimiento. Las ediciones de finales del siglo XV de los clásicos son de gran perfección en talleres de impresores que fueron auténticos hombres de letras. El mejor ejemplo son las obras de Aristóteles salidas de la imprenta de Aldo Manuzio en Venecia (1495-1498).

Uno de los primeros libros salidos de la imprenta fue la Biblia de 42 líneas de Gutenberg de enorme belleza ya que en todo momento intentó imitar los códices anteriores. De hecho, lo consiguió y vendió muchas de estas libras como si de manuscritos se tratara. Una copia completa -en dos tomos- se encuentra en la Biblioteca Pública de Burgos y un segundo tomo en la Universidad de Sevilla.


El primer libro español:

Hay mucho debate sobre el año en que la imprenta llegó a nuestro país. Se ha dicho que fue Barcelona, Zaragoza, Valencia o Sevilla. Durante un tiempo se creyó que era la Gramática de Mates en 1468 aunque la fecha resultó ser una errata (1488). También fueron candidatos el Sacramental publicado en Sevilla en 1470, la Ethica Oeconomica et Politica de Aristóteles impreso en Barcelona en 1473.

iglesia aguilafuente

Hoy finalmente se cree que el primer libro español es el Sinodal de Aguilafuente, publicadas en Segovia en 1472 por Juan Párix. La obra es un volumen de 48 hojas en cuarto, sin indicación de lugar, nombre del impresor ni fecha. Conservada en la Catedral de Segovia. Contiene las constituciones aprobadas en un sínodo celebrado en la iglesia de Santa María de Aguilafuente los primeros días del mes de junio de 1472, presidido por el Obispo Don Juan Arias Dávila, para recordar a los clérigos sus obligaciones y evitar que se mezclaran en las contiendas civiles y sembraran guerra y discordia los que debían ser árbitros de la paz. Por lo tanto, aunque no tiene colofón, el cronista Diego de Colmenares indica hablando del sinodo que se imprimió luego -es decir, a continuación-. los tipos son iguales a otros 4 que si llevan colofón y que fueron hechos por el tipógrafo de Heidelberg Juan Parix ('Magister Ihoannes Parix de Heidelberg'). Se cree el prelado de Segovia Juan Arias Dávila, pudo conocer la imprenta en italia en su viaje a Roma en el año 1471, de donde se trajo a este impresor que debió permanecer en la ciudad hasta aproximadamente el año 1475.

La imprenta se expande por nuestro país: Barcelona y Zaragoza en 1475, Sevilla y Tortosa en 1477, Lérida en 1479, Mallorca 1480, Valladolid y Salamanca en 1481. Fue Salamanca donde más libros se imprimieron en estos años, con un total de 150 títulos, mil en toda España. Aún así la cifra es muy pequeña en comparación con otros países o ciudades. Sólo en Venecia se publicaron más de cuatro mil. Hay muchas razones que podrían justificar este dato: la posición geográfica, el final de la reconquista, la tardía y menor difusión de las ideas renacentistas italianas, etc. España ocupó el quinto lugar tras Italia, Alemania, Francia y Holanda.

Son libros los incunables españoles escritos en caracteres góticos, aunque también encontramos la tipografía romana proveniente de italia. Se publicaron muchos libros en hebreo que fueron destruidos tras la expulsión por parte de los Reyes Católicos. No hay por otro lado que olvidar, que Isabel era una reina culta, con dominio del latín y con un gran amor por los libros. Buena prueba, fueron las bibliotecas que fundó por todo el país.


Los primeros tipógrafos e impresores: Botel, Holtz y Planch

En 1473 Botel, Holtz y Planch se asociaron para trabajar durante tres años, actuando Botel como “magister dictae artis” y con el compromiso de enseñar este arte a sus compañeros, los socios capitalistas. A este taller se atribuye la edición de la obra: Ethica ad Nichomacun, Política y Oeconomica. La obra está impresa en un volumen en folio de 246 hojas, a línea tirada, sin foliación ni signaturas en tipografía romana.

Desde 1476 a 1478 Botel forma sociedad con Pablo Hurus de Constanza y Planck. De 1479 a 1495 posee taller propio en Lérida. Entre las obras publicadas por Botel se pueden destacar: Fori Regni Aragonum, el Eusebio de Cremona, la Vila Xti, la Officii Missae expositio y el Arte de bien morir.

El primer libro español con grabados fue el Fasiculus temporum de Werner Rolenwick impreso en Sevilla en 1480. Durante los primeros años de la imprenta como antes se ha indicado, aparecieron talleres por toda la geografía del país:Enrique Botel en Barcelona y Zaragoza, Felipe Vitzlant en Valencia, Alonso Martínez en Córdoba (quizás el primer tipógrafo español), Pablo de Colonia en Sevilla etc. En esta última ciudad apareció el primer libro impreso en España con notación musical: Lux Bella de Marcos Durán en 1492.

Son también relevantes la labor de impresores alemanes que bien se establecieron en ciudades concretas como Lamberto Palmart en Valencia o que hicieron su trabajo de manera itinerante como Johan Rosenbach que ejerció en Cataluña y Valencia hasta 1530.


Lamberto Palmart

La primera de las obras publicadas en España con fecha en un colofón final en el que no aparece el nombre del impresor es Comprehensorium vel vocabularius ex aliis collectus, de Johannes Grammaticus, fechado el 23 de febrero de 1475, cuya impresión ha sido atribuida a Lamberto Palmart en Valencia, con tipografía romana y texto a dos columnas, en una obra que consta de 334 folios.

Además de esta obra, se le atribuye "Obres o trobes en lahors de la Verge María", considerada por muchos como la primera obra impresa en nuestro país. También se le atribuyen: "Ética, Política y Economía de Aristóteles" (1473), un Salustio (1475), la "Suma de Santo Tomás" (1477) y la "Biblia Valenciana" (1478).


Alfonso Fernández de Córdoba

Pocas noticias tenemos de los inicios de este impresor. Sabemos que era orfebre y castellano de nacimiento. Establecido en Valencia aparece relacionado con el círculo de la compañía "Los alemanes" (a la que pertenecía Lamberto Palmart). Su testimonio más antiguo lo encontramos en el colofón de la "Biblia romanzada en valenciano" por Bonifacio Ferrer. En ella aparece que la edición fue costeada por Felipe Vislant y tuvo como impresores una sociedad formada por Alonso de Córdoba junto a Lamberto Palmart, sociedad que tuvo que ser circustancial pues en 1477 imprime en solitario el "Confessionale defecerunt" de Antonio de Florencia. El hecho de coexistir con Lamberto Palmart en Valencia deja en interrogante de como se iniciara Alfonso de Córdoba el parte tipográfico; tengamos en cuenta que mientras Palmart utilizaba una letrería romana de estilo puramente napolitano, Fernández de Córdoba usaba tipos góticos venecianos. No obstante, por circunstancias desconocidas, abandona Valencia y se establece en Murcia, quizás por tratarse de un judío converso.


Nicolás Spindeler, Pedro Brun y Mateo Flandro

biblia de gutenberg o mazzarina El primer incunable español que tiene el colofón completo y además, el primer impreso en España con caracteres góticos salió del taller Zaragozano de Mateo Flandro. Se trata del "Manipulus curatorum, de Guido de Monte Rocherii". Consta de 110 hojas sin numerar, en folio menor

Es la única obra conocida impresa en nuestro país por este impresor, que se cree que murió en este mismo año de 1475, víctima de una epidemia de peste. Algunos historiadores afirman que tanto Mateo Flandro como Mateo Vendrell, quien introdujo la imprenta en Gerona hacia 1480 e imprimió en Barcelona en 1484, son la misma persona.

Se cree que tanto Pedro Brun como Nicolás Spindeler trabajaron al menos en un principio en el taller de Mateo Flandro. De Mateo Brun y Nicolás Spindeler se sabe que pasaron de Zaragoza a Tortosa y posteriormente en 1578 a Barcelona, donde publicaron los Comentarios, de Santo Tomás. Tras separarse, la pista de Pedro Brun se pierde. Reaparece en el año 1492 en Sevilla donde publica un tratado de heráldica: "El Nobiliario" de Fernando Mejía, obra de 96 folios en caracteres góticos a doble columna. Del taller de Brun en Sevilla salió en 1498 la primera edición de la Introducción al canto llano, de Alonso Spañón, con notación musical impresa. Brun siguió trabajando en Sevilla hasta 1508.

Por otro lado, tras separarse de Brun, Nicolás Spindeler imprime en 1490 la novela caballeresca Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell, en lengua valenciana medieval. En folio, consta de 388 hojas con signaturas tipográficas, impresa a dos columnas con caracteres góticos. Esta edición está considerada en el ámbito tipográfico como una de las obras cumbres de la imprenta española del siglo XVI.


Fadrique de Basilea:

Establecido en Burgos, su primera obra fue la Grammatica, de Andrés Gutiérrez, publicada el 12 de marzo de 1485. Se le atribuye la impresión de unos sesenta libros dentro del siglo XV. Con tipografía gótica imprimió, entre otras obras la Crónica de España, de Diego de Valera (1487), el Tratado de amores de Arnalte y Lucenda (1491), la Cárcel de amor, de Diego de San Pedro (1496) y con romana las Epístolas de Marineo Sículo (1498), la Ópera, de Pedro Mártir de Anglería (1498), y Stultiferae naves, de Jodocus Badius Ascensius (1500).

Juan Rosenbach

Juan Rosenbach, natural de Heidelberg (actual Alemania), fue uno de los tipógrafos más destacados de la última década del siglo XV. Inició su actividad en Valencia, pasando a Barcelona en 1492, a Tarragona en 1498, a Montserrat en 1518 y finalmente a Perpiñán.

Entre sus obras destacan la Biblia parva, de San Pedro Pascual, en catalán (1492), Lo càrcer de amor, de Diego de San Pedro (1493), el Llibre de les dones, de Francisco Eiximenis (1495); Les conquistes e histories dels Reys d’Aragò, de Pedro Tomich (1495); la Gramática, de Nebrija (1497); las Comedias, de Terencio, en latín (1498); el Tratado de Cirugía, de Pedro de Argellata (1503), y la Cirugía de Guido de Caulliae (1518).


Mienardo Ungut y Stanislaus Polonus

Estos dos tipógrafos iniciaron su actividad en Sevilla desde el año 1491 hasta 1499, año en el que muere Ungut. Durante estos 8 años llegaron a producir más de setenta obras entre las que destacan la primera edición de las Siste Partidas, de Alfonso X el Sabio o la Caída de príncipes, de Boccaccio, traducida por Pero López de Ayala, Alfonso García y Juan Alfonso de Zamora, publicada en 1495 caracterizada por su bella portada xilográfica. Polonus estuvo en Sevilla hasta el año de 1502, en el que se traslada a Alcalá de Henares.


También fueron importantes las imprentas salmantinas. Resulta lógico pensar que una ciudad eminentemente universitaria sería un lugar propicio para el establecimiento de muchos y buenos impresores. Se da el caso curioso de que todos los impresos omiten el nombre de los impresores aunque sí indican que el libro está impreso en Salamanca y la fecha. En dos de las imprentas de la ciudad fueron publicadas la mayor parte de sus obras. Las dos más conocidas sirven habitualmente para designar las anónimas imprentas donde fueron publicadas: las Introductiones Latinae (1481) y la Gramática castellana (1492).

Aunque discutido, con el tiempo se ha acuñado el término “incunable” a todos los libros producidos en el siglo XV, extendiéndose esta palabra hasta el año 1550 en el caso de los libros impresos en el continente americano o en los países nórdicos europeos, a donde la imprenta llegó con mayor restraso.

manipulus curatorum

Estos primeros libros están marcados por su similitud con los códices medievales manuscritos. ¿Por qué? … la respuesta es fácil:No se puede romper con el mercado e intentar introducir una novedad tan revolucionaria sin producir rechazo. Siempre se intenta imitar a lo que hay. Son pues libros impresos por ambas caras -al contrario que los libros bloque-. A una sóla columna o a dos con los comentarios en los márgenes con tipografía más pequeña, como los manuscritos. La letra inicial tenía un grabado propio o bien, se dejaba en blanco y se miniaba a mano posteriormente, ya que los primeros ensayos de iniciales en color en la impresión del Psalterio realizada por Fust y Schöfer en 1457 no fue continuada.

Estos libros antiguos, los incunables carecen de portada. Los datos para identificar el libro hay que buscarlo en su interior o en su colofón. Así, el título y autor vienen al principio del texto formando parte de la dedicatoria del libro. En el colofón, además de estos datos suele venir la marca o escudo del impersor, que no es otra cosa que su marca comercial.

El incunable era un libro destinado a eruditos y por lo tanto, escrito en latín, lengua de la iglesia, de la jurisprudencia y de la ciencia hasta bien entrado el siglo XVII. Apenas se encuentran obras en castellano, pues sólo el 20% de ellas se escribieron en lenguas vulgares como el castellano. La temática como es de esperar, era fundamentalmente religiosa. También fueron abundantes los textos humanísticos y jurídicos.


Nota: Puedes encontrar mucha más información de estos impresores en la sección Biografías.

Leed mucho, pero no muchas cosas.
Plinio El Joven.

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