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Personajes relacionados con la Historia del Libro




Biografías de personajes. Hasta el siglo XV

Biografías de personajes. Siglo XVI

Biografías de personajes. Siglos XVII y XVIII

Biografías de personajes. Siglo XIX



Juan y Jacobo Cromberger


En la familia alemana apellidada Cromberger, destacan dos miembros, Jacobo y su hijo Juan.

Jacobo Cromberger

A finales del siglo XIV Sevilla no fue ajena a la llegada de los impresores extranjeros tal y como sucedió en el resto de la península. A principios del siglo XX nos encontramos con nombres como Meinardo Ungunt y Estanislao Polono, aunque con escasa actividad.

Jacobo Cromberger, que sería el padre de la dinastía de impresores sevillanos (aunque de origen alemán), ve una oportunidad de negocio en la ciudad de Sevilla. Hay que tener en cuenta que el transporte por tierra era lento, caro e inseguro, así que  los centros de la imprenta más importantes necesitaban acceso a los ríos o al mar. Esto no sólo sucedía en la península sino que similares circunstancias ocurrían en el resto del continente (Amberes, París, Venecia, etc).

Sevilla cuenta con río y además es un nudo de comunicaciones fundamental entre España y las Américas. Su cercanía con Portugal no pasó tampoco a Jacobo inadvertido. Además, en el siglo XVI en Sevilla había una importante actividad en el mercado de esclavos gracias a ser el epicentro de La Casa De Contratación De Las Indias: americanos, pocos; pero sí había negros, musulmanes y canarios. Jacobo no fue ajeno a ellos, echando mano de esta población esclava con la intención de reducir costes. Tenemos constancia de ello pues en 1540, cuando se hizo el inventario de la herencia de Juan Cromberger, los esclavos de la imprenta fueron también enumerados: “había tres negros que eran batidores, y un negro y un esclavo blanco que trabajaban como tiradores”,

Sevilla en el siglo XVI

También en el contrato entre Juan Cromberger y Juan Pablos -del que hablaremos más adelante- del 12 de junio de 1539 – y cuyo texto íntegro mostramos al final- se acordaba la entrega de ciento veinte mil maravadíes, cien mil destinados al costo de la prensa, tinta, papel y otros aparejos, y el resto para pagar el flete y los pasajes de la esposa de Pablos, de un ayudante y de un esclavo negro.

Así, en una época en que el mercado nacional era raquítico (salvo libros religiosos), los Cromberger pronto se preocuparon tanto por exportar sus libros como por satisfacer la demanda de la ciudad.


El rey Manuel de Portugal invita en febrero de 1508 a Jacobo Cromberger para imprimir obras legales y litúrgicas, y concede exenciones y privilegios a él y al resto de impresores que estén establecidos en su reino, pero que..



Seian cristáos velhos sem parte de mouro nem e uydeu nem sospeita de algúa heregia nem tenham emcorrido em ynfamia nem em crime de leza magestade e dontra maneira...
Que sean viejos cristianos sin parte de moro ni ninguna sospecha de alguna heregía ni hayan incurrido en infamia ni crimen contra su majestad o de otra manera...

Así pronto establecerá una sucursal en Lisboa y Evora

Siguiendo en Sevilla, su Catedral era un gran demantante de obras litúrgicas (como también sucedía en otras ciudades)  Así hay constancia de unas 300 ediciones realizadas en Sevilla desde 1501 hasta 1520. Cromberger supo ver esta oportunidad y desde 1504 hasta su muerte en 1528, dominó la industria ya que alrededor de dos tercios de los libros impresos en Sevilla salieron de su imprenta. Aunque no usaba una marca de impresor llamativa, si que llevaban su firma:  In magistri Petri Hispani Logicam indagatio.

Otra ventaja que ofrecía Sevilla que resultaría decisiva para Jacobo Cromberger fue el monopolio que se le concedió a la ciudad del comercio con las Indias, que acababan de descubrir. En la primera mitad del siglo XVI Sevilla fue una ciudad que ofrecía oportunidades únicas para las dos actividades a las que se dedicaría la familia Cromberger: la imprenta y el comercio. Aunque inicialmente Jacobo Cromberger se dedicó sólo a imprimir, posteriormente ampliaria sus actividades comerciales, pasando así la familia Cromberger a formar parte de la nueva burguesía acaudalada, distinta de las hasta entonces tradicionales clases pudientes (nobleza y clero).

Imprenta en el siglo XVI

La primera edición que lleva su firma es In magistri Petri Hispani Logicam indagatio de 1503, pero durante toda la carrera de Jacobo y de sus sucesores se dedicaron a imprimir toda clase de libros, abundando los de carácter religioso que como era habitual, eran los más demandados.

Publicó todo tipo de obras; algunas muy breves -pliegos sueltos- y otras de muchos volúmenes y alto coste. Esto nos indica que mantenía sus prensas ocupadas con obras cortas en los períodos existentes entre la impresión de libros más ambiciosos además de las impresiones baratas le proporcionaban ingresos necesarios para compensar las inversiones de las obras más costosas. No hay que olvidar que nos encontramos en una época muy alejada de la revolución industrial y de los costes de escala. En esta época, el capital invertido en publicar una obra importante superaba con creces el de instalar la imprenta. Cromberger necesitaba no sólo asegurar una tirada mínima en estos casos, sino que alternaba estas grandes obras con otras con beneficios inmediatos.

Los pliegos sueltos, certificados, indulgencias y otros impresos efímeros deben haber sido importantes en esa estrategia, aunque casi nada se ha conservado de estas ediciones. Es conocido que salvo casos excepcionales los folletos o pliegos sueltos rara vez se conservan y eran destinados a todo tipo de funciones. En la Iglesia del Patriarca de Valencia existe un impresionante archivo notarial (ocupando unas 40 habitaciones) que fue encontrado a principios del siglo XX en un almacén y que era usado poco más o menos, como papel de embalar.

Por suerte podemos recurrir a los inventarios de las librerías de la época podemos darnos cuenta de las ediciones en pliegos. En 1528, la tienda de Jacobo contenía 50,500 “pliegos de coplas”; 21,000 “pliegos de oraciones”: más de 10,000 “pliegos de imágenes”; 3,000 “Rosarios de Nuestra Señora”; y cantidades menores de cartillas, y “artes de canto llano”. Estos pliegos sueltos se vendían en las esquinas amarrados  a un cordel conocido con el nombre de “cordeles de ciego”, ya que eran los ciegos los encargados de contar de memoria, las noticias y coplas que vendían. Este sistema fue el antecesor de los puestos de periódico que conocemos actualmente.

Así, Jacobo Cromberger hizo varias ediciones por contrato, especialmente de obras litúrgicas que lo hicieron famoso en España. Esta clase de obras era muy costosa, especialmente los misales que eran caros de componer y lentos de imprimir ya que estaban impresos a dos colores por los dos lados del pliego, tenían una diversidad de tipos y exigían una cuidadosa corrección de pruebas. Era costumbre que las autoridades de la iglesia dieran un adelanto en dinero, pergamino o papel antes de que se comenzara el trabajo, lo que aseguraba que las prensas funcionaran sin largos períodos de inactividad y que los ingresos se produjeran a un ritmo regular. Entre pliego y pliego, aprovechaba para imprimir folletos y otras obras menores. Jacobo organizó una gran red de distribuidores, que iban desde el vendedor callejero hasta los grandes mercaderes de libros que recibían envíos de miles de libros y pagaban facturas enormes por sus libros.


Cédula Carlos V

Entre esas obras menores, tenemos la impresión de indulgencias, de las que imprimió cientos de miles. Sólo para la diócesis de Jaén imprimió 36,000 entre 1514 y 1516. Los impresores podían tener grandes beneficios con las indulgencias, si eran poco escrupulosos e imprimían ejemplares de más que vendían por su cuenta. En 1512 vendió algunos pliegos de grabados de madera y dos mil “cartyllas de enseñar a leer” a una expedición franciscana que partió para evangelizar a los indios del Caribe. Este es el primer contacto con las Indias que se le conoce (y el primero conocido entre un impresor y el Nuevo Mundo) pero no lo prosiguió hasta la década de 1520-1530, como veremos un poco más adelante. En esos años, aconteció por un lado la conquista de México por Cortés y por otro y no menos importante, el casamiento de su hija Catalina con Lázaro Nuremberger, un alemán con mucha experiencia en comercio internacional que organizaba el comercio entre el resto de Europa y el Nuevo Mundo a través de Sevilla. Cromberger supo ver un nicho de negocio en la creciente demanda de obras religiosas necesarias para evangelizar el nuevo mundo; obras que debían ser transportadas en barco desde la península (con un alto coste y no exenta de pocos naufragios).

Jacobo y Lázaro se asociaron en una empresa en la que por ser extranjeros, tenían prohibido intervenir: El comercio con las Indias. Pero quien hizo la ley, hizo la trampa, simplemente la eludían acudiendo a personas que a cambio de generalmente dinero, prestaban su nombre (prestanombres), pero esto acabó al obtener una licencia para viajar a las indias y comerciar con las colonias en 1525, favor obtenido sin duda gracias a sus buenos contactos con importantes cargos de la corona y la Iglesia. Su hijo Juan, sería el encargado de explotar el filón comercial que representaba el nuevo mundo.

Jacobo fue uno de los mejores impresores en la historia de la industria tipográfica en España. La producción que tuvo, además de prolífica fue de una gran calidad como la de los demás miembros de la primera generación de impresores alemanes que se establecieron en España y con el criterio correcto sobre el tipo de libros que el mercado compraría ya que raramente imprimió obras que no se vendieran bien. Sus negocios en las colonias se encontraban entre las aventuras comerciales más ambiciosas de la época. Su visión comercial entre grandes proyectos y pequeñas obras o panfletos dieron a su negocio un grado elevado de estabilidad y flexibilidad. A su muerte, los bienes que dejó Jacobo en herencia mostraban su prosperidad. Tenía amplias inversiones, esclavos negros y norafricanos. Las existencias de su librería eran superiores a 160,000 unidades y su herencia fue evaluada en 12,000 ducados.


Juan Comberger

Juan, había aprendido el oficio de impresor a lado de su padre. Pero Jacobo no sólo dejó a su hijo un conocimiento, sino que legó toda una gran imprenta en la cima de capacidad productiva: Una gran red de clientes, una economía saneada y pujante y la imprenta, perfectamente equipada.

Además, Juan había empezado en el comercio con el Nuevo Mundo desde 1525. Juan había heredado casi 6,000 ducados así como el control de las prensas y material que venía manejando desde 1525. Una parte de este dinero la componían sumas que libreros de toda España le debían a Jacobo y que Juan trató de cobrar en los siguientes diez años. Con Juan la imprenta fue productiva y aunque se establecieron nuevos impresores en Sevilla en la época en la que él operaba, ninguno se aproximaba a la producción de su taller que imprimió alrededor del 55% de las ediciones Sevillanas de 1529 a 1540 que se han conservado

Juan también continuó surtiendo la red de libreros establecida por su padre, sobre todo los tres mercados más importantes que servían, los cuales eran: Sevilla y el resto de Andalucía, Portugal y, el norte de Castilla, Salamanca, Toledo y por supuesto Medina del Campo en donde se llevaba a cabo la entonces famosa feria del libro. Siguió el ejemplo de su padre en otros tipos de negocios tanto en España como en las Indias. Su actividad principal aparte de la imprenta, fue el comercio y sus actividades comerciales se centraban en el Nuevo Mundo y tenía como socio a su cuñado Lázaro Nuremberger (cuyo apellido cambió a Cromemberg).

Juan, aunque asociado con su cuñado Lázaro, no dependía de él para las empresas comerciales ya que en 1536 era lo suficientemente próspero para invertir 3,000 ducados en un cargamento de diversas mercancías que envió a México. Fletó una nave llamada “Los tres reyes” para ir a Veracruz. La persona que acompañó estas mercancías fue Guido de Labezaris quien era el hijo de un librero de Sevilla al que Juan pidió que representara sus intereses en la ciudad de México. Debía de distribuir la mercancía que le enviaría Juan y se ocuparía de los libros que le remitirían desde Sevilla. T. Los negocios fructificaron, ya que tan sólo en 1539 Juan recibió 1,000 pesos de oro y más de 1,000 marcos de plata. Parte de este dinero sería invertido en el proyecto por el que son más conocidos los Cromberger en la historia tipográfica: la fundación de la primera imprenta de América.

Cédula Carlos V

Ya en 1525 Jacobo Cromberger se propuso ir en persona o, enviar un representante a Nueva España. Pero, la opción de ir no fue posible pues les estaba prohibido a los extranjeros ir y ejercer el comercio en el Nuevo Mundo. Tuvo así que solicitar la autorización del monarca para una real cédula; en este caso Cromberger fue invitado a establecer una imprenta en Nueva España por el obispo Zumárraga y por el virrey Mendoza. Con este permiso dado en 1537, su hijo, Juan Cromberger inició sus operaciones con México. En junio 1539, un italiano llamado Juan Pablos firmó un contrato para servir como cajista y administrador de la "Casa de Cromberger" en México.

Ese mismo año de 1539, cuando ya funcionaban los tórculos de imprimir en México, por parte del virrey Antonio de Mendoza y del obispo Juan de Zumárraga, se concedió a Juan Cromberger, su esposa e hijos, impresores de Sevilla, privilegio para remitir cartillas y otra suerte de libros a la Nueva España, con un beneficio de ciento por ciento, "y que él sólo también tuviera imprenta en México, a condición de que cada pliego impreso importase un cuartillo plata y cada cartilla medio real", siéndole confirmado el referido privilegio por el Rey, por cédula expedida en Talavera, a 6 de junio de 1542, limitándolo al plazo de un decenio que se consideraría cumplido el mismo día y mes del año 1552.

Murió Juan Cromberger poco después, en Septiembre 1540.


La labor sería continuada por Juan Pablos de Bresca que seguiría imprimiendo en el nuevo mundo con el sello “En casa de Juan Cromberger” hasta 1546 debido a un contrato firmado por Juan Pablos de Bresca y el propio Juan Cromberger poco antes de su muerte. (Ver “Juan Pablos de Bresca”)

Bibliografía:

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NORTON, F.J. La imprenta en España, Madrid: Ollero y Ramos, 1997.

MARTÍNEZ, L., 2003, "Los Cromberger: una imprenta de Sevilla y Nueva España". Disponible en el ARCHIVO de Tiempo y Escritura en http://www.azc.uam.mx/publicaciones/tye/loscrombergerunaimprentadesevilla.htm

Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros. Cicerón (106 AC-43 AC) Escritor, orador y politico romano.

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