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La luz

Efecto de la luz sobre los libros

La radiación que procede del sol o de una fuente artificial de luz, se compone de luz visible y de radiaciones invisibles. Por un lado, tenemos la radiación ultravioleta (UV) que produce cambios químicos en nuestros libros y la infrarroja por otro (IR), que produce el calentamiento de las superficies.

La luz es el fenómeno más pernicioso. El daño es fácilmente apreciable. El cambio de color es fácilmente apreciable (ya sea por su tonalidad amarillenta u oscura). Basta ver el escaparate de cualquier tienda a la que llega la luz solar, para comprobar el efecto sobre las cajas o papeles expuestos. En el caso del libro, desaparece el brillo origina, los colores e incluso la tinta llegando a ser ilegible el documento. Además – y no menos importante-, se produce un envejecimiento prematuro del papel volviendose quebradizo. El mismo efecto se produce en el pergamino -que no es otra cosa que piel animal-.


Estamos cansados de oir el efecto del sol en nuestra piel. Cuando vamos a la playa y nos tostamos al sol, pasados unos meses volvemos a estar tan blancos que el verano parece un lejano recuerdo. Nada ha pasado …¿ o sí?. Nuestra piel tiene un efecto memoria; la exposición a la luz solar produce un efecto llamado “memoria” acumulativo e irreversible que puede dar la cara en cualquier momento. Algo similar le pasa a nuestros libros; es lo que se conoce como “degradación fotoquímica”.

Los científicos han medido el grado de radiación que un libro debe recibir se sitúa en 50 lux. Medir la que recibe nuestra biblioteca es difícil si no tenemos un “luxómetro”. Pero baste decir, que de todas las radiaciones la peor es la luz directa (independientemente incluso de que esté siempre nublado). La artificial no es tan nociva pero tampoco es inocua.

Como no podemos prescindir de la luz, las bibliotecas optan por conservar los documentos sensibles en cajas. Las ventanas podemos usar visillos o cortinas opacas e incluso hay pinturas especiales que absorven los rayos ultravioletas que al reflejarse la luz en sus paredes apenas emiten radiación UV.


Las lámparas fluorescentes son fuentes importantes de radiación; han de recubrirse con filtros UV que se pueden adquirir en forma de láminas adherentes.


Caso distinto son las velas que por suerte, casi han desaparecido de nuestras casas. Pensamos que es normal ver nuestros queridos libros antiguos que están encuadernados sobre todo en pergamino, con ese tono "amarillento-sucio" tan característico y no somos conscientes que una vez, fueron blancos. El cambio ha sido lento, casi imperceptible pero es la acumulación de muchos años y de muchas velas con las que se iluminaban hace siglos, las casas y bibliotecas. Las velas, despiden todo tipo de sustancias y todas nocivas para los libros porque une la combinación de luz y calor a corta distancia de la obra (a veces incluso la vela se colocaba encima para facilitar la lectura).

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