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La humedad y la temperatura del libro antiguo

Aunque invisibles, son elementos a tener muy en cuenta. Los materiales de los que están hechos los libros tienen la propiedad de intercambiar agua con el aire dependiendo de la humedad relativa del entorno. Si es alto, aparecen hongos y por otro, debido a este intercambio, el material se dilata o contrae apareciendo grietas y deformaciones en los libros antiguos.


No existe solución perfecta para su control, por varias razones. Una es que los fondos y las colecciones de libros se componen de materiales muy diversos que responden de manera muy distintas a los cambios de ambiente:papel, pergamino, adhesivos, broches metálicos etc. Desde luego, el mejor ambiente es aquel en el que predomine el frio. Una cámara frigorífica sería perfecta pero..¿qué pasaria al sacarlo de la cámara para estudiarlo?. En este caso, un objeto frio -el libro- se introduciría en otro mucho más calido y se produciría un funesto fenómeno llamado condensación.

Particularmente puedo decir, que he visitado bibliotecas de cientos de años de antigüedad que se conservan a una temperatura que supera los 30º todo el año y que se encuentra en un estado impecable. ¿La causa?, su lenta adaptación al medio a pesar de que este entorno no sea el más adecuado según los cánones científicos. La humedad relativa es un dato muy a tener en cuenta. Si es baja, puede provocar la rigidez del pergamino; si es alta, puede devolverse su perdida flexibilidad aunque en este caso, puede favorecer la proliferación de hongos. Es fácil saber cuando el grado de humedad no es el correcto. Si es bajo, al abrir el libro se escucha el chasquido de los lomos debido a su sequedad.


Se cree que la horquilla de humedad relativa deseable se encuentra entre el 30% y 50%. Existe un aparato llamado psicrómetro -no demasiado caro- que nos dirá la humedad de nuestra biblioteca. Para conseguir regularla sin un coste excesivamente alto, se pueden adquirir humidificadores o deshumidificadores y en todo caso, se debe buscar la circulación del aire en la biblioteca para evitar las bolsas de aire estancadas pudiendo crear sus propios microclimas. Para ahumentarla podemos recurrir incluso al viejo truco de los cubos llenos de agua.

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