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    PRIMEROS TIEMPOS

La piedra de Rosetta exhibida en el Museo Británico. Imagen por Hans Hillewaert CC BY-SA 4.0.


Egipto, Grecia y Roma.


El antiguo Egipto


S i pensamos en los primeros tiempos de esta ciencia, tenemos que remontarnos al misterioso Egipto de los faraones. Así, los primeros textos con mensajes codificados aparecen en la ciudad egipcia de Menet Khufu, en la tumba de Khunmhotep II, sobre el año 1900 a.C.1 Al parecer, el escriba de Khunmhotep plasmó la vida de este personaje mediante símbolos y oscuras inscripciones nada usuales. Está realizado mediante una encriptación por sustitución, en la que un símbolo se sustituye por otro.

Conforme la cultura egipcia fue avanzando, el codificado de los jeroglíficos por sustitución se fue popularizando para ocultar la naturaleza secreta de sus ritos.


La Grecia Clásica


Heródoto de Halicarnaso (484–después del 430 a. C.) escribió en torno al año 430 sus Historias, obra que tiene como objetivo narrar los enfrentamientos que tuvieron lugar entre griegos y bárbaros y, en concreto, las Guerras Médicas.
"En un pasaje del libro V, dice Herodoto ... Entonces fue cuando Aristágoras, no pudiendo cumplir la promesa hecha a Artafernes, viéndose agobiado con el gasto de las tropas que se le pedía, temiendo además las consecuencias de aquella su desgraciada expedición, mayormente habiéndose enemistado en ella con Megabates, sospechando, en suma, que por ella sería depuesto del gobierno y dominio de Mileto; amedrentado, digo, con todas estas reflexiones y motivos, empezó a maquinar una sublevación para ponerse a salvo.
Quiso a más de esto la casualidad que en aquella agitación le viniera desde Susa, de parte de Histieo, un enviado con la cabeza toda marcada con letras, que significaban a Aristágoras que se sublevase contra el rey. Pues como Histieo hubiese querido prevenir a su deudo que convenía rebelarse, y no hallando medio seguro para posarle el aviso por cuanto estaban los caminos tomados de parte del rey, en tal apuro había rasurado a navaja la cabeza del criado que tenía de mayor satisfacción, habíale marcado en ella con los puntos y letras que le pareció, esperó después que le volvieran a crecer el cabello, y crecido ya, habíalo despachado a Mileto sin más recado que decirle de palabra que puesto en Mileto pidiera de su parte a Aristágoras que, cortándole a navaja el pelo, le mirara la cabeza. Las notas grabadas en ella significaban a Aristágoras, como dije, que se levantase contra el Persa. El motivo que para tal intento tuvo Histieo, parte nacía de la pesadumbre gravísima que su arresto en Susa le ocasionaba, parte también de la esperanza con que se lisonjeaba de que en caso de tal rebelión sería enviado a las provincias marítimas, estando al mismo tiempo convencido de que a menos que se rebelara Mileto, nunca más tendría la fortuna de volver a verla. Con estas miras despachó Histieo a dicho mensajero."2


Actualmente estas ideas que tuvieron de los griegos no están consideradas como verdadera criptografía, puesto que el mensaje que enviaban no estaba codificado de ninguna manera. Solamente utilizaron su imaginación para esconderlo de los posibles enemigos. El arte de ocultar mensajes se conoce como esteganografia, derivada del vocablo griego esteganos, que significa cubrir. Esta palabra, como muchas otras utilizadas en criptografía, no está aun recogida en el diccionario de la Real Academia.3. El vocablo se remonta al Renacimiento, a un abad alemán llamado Johannes Trithemius autor de una obra que tituló Steganographia y de la que hablaremos más adelante.



Más o menos por esas fechas, en el siglo V a.C., los espartanos idearon una nueva forma de encriptado basada en la Escítala3, formada por dos varas y una tira de cuero o papiro. Una se entregaba al que enviaba el mensaje y la otra a la persona que debería recibirlo. Para enviar un mensaje se enrollaba una cinta de cuero de forma espiral a uno de los bastones y se escribía el mensaje a lo largo de la tira de cuero, de forma que en cada vuelta de cinta apareciese una letra de cada vez. Una vez escrito el mensaje, se desenrollaba la cinta y se enviaba al receptor, que sólo tenía que enrollarla a la vara gemela para leer el mensaje original. El sistema era difícil de desencriptar ya que la cinta como tal, no era otra cosa que una linea de caracteres sin sentido que sólo al anrollarse en su vara original podía ser comprendido. Además, hace 2.500 años, el porcentaje de personas que sabían leer y escribir era ridículamente pequeño. Así, Esparta se comunicó de manera segura a lo largo de su historia.



En una linea radicalmente distinta a la anterior, nos encontramos con el 'Cuadrado de Polibio', inventado alrededor del año 150 a.C por el historiador griego Polibio (200 a. C. - 118 a. C.)

Leemos a Polibio4...
"hay que tomar los signos del afabeto ordenadamente y dividirlos en cinco secciones de cinco letras cada una.... Después los dos grupos de vigías que han de transmitir las señales, han de preparar cinco tabletas, grabar cada una de ellas aquellas secciones del alfabeto y quedar de acuerdo en que el hombre que debe iniciar la transmisión levantará a la vez, al empezar, dos antorchas y permanecerá así hasta que su corresponsal de la siguiente estación haga lo mismo, indicando que está dispuesto a recibir el mensaje. Después levantará otra antorcha por el lado derecho, siguiendo así el mismo sistema, indicando así la letra que el receptor debe escoger de la tableta selañada"
Así pues, a base de antorchas, los mensajeros podían deletrear palabras y con ello enviar mensajes. Si el mensajero sostenía por ejemplo, tres antorchas en su mano izquierda y dos en su derecha, el receptor era capaz de interpretarlo como cierta letra. Cambiando la cantidad de las antorchas, cambiaba también de letra.
El código de Políbio se destaca porque se basa en la decomposición del mensaje en letras individuales, permitiendo transmitir cualquier tipo de mensaje. Así pues, más que un sistema de encriptación era una forma rápida de transmitir mensajes. Una especie de predecesor del código morse.


Roma: Julio César


Finalmente llegamos a Julio César, cuyo sistema de codificación de mensajes dió lugar a posiblemente, el sistema de encriptación más conocido de la historia y que hoy llamamos 'Cifrado César' o codificación monoalfabética.
En la vida de los doce Césares de Suetonio, escrita alrededor del año 121 d. C. y que como su nombre indica, cuenta la vida de los primero doce césares romanos, podemos leer ... Además de eso, solía invertir o saltar ciertas letras, e incluso sílabas enteras, pero estos son errores que todo el mundo comete. Yo ni comentaría estos errores si no hubiera quedado sorprendido en ver sus cambios, como ignorante y sin cultura, en un comunicado consular donde él escribió "ixi" en el lugar de ipsi. Para mensajes secretos, poseía una cifra que sustituía La por B, B por C y así por sucesivamente con las otras letras; la X era sustituido por dos A.

Cayo Suetonio Tranquilo fue contemporáneo de Plinio el Joven y además, fue gran amigo suyo. Se sabe que gozó del favor de la corte pero cayó en desgracia por sus devanemos amorosos con la emperatriz.
De la obra anterior, curiosamente, los manuscritos que se han conservado están todos incompletos, y en concreto, a todos ellos les faltan los párrafos introductorios de la vida de Julio César. Por suerte, la codificación empleada por César ha llegado hasta nosotros.





1. Nicholas G. McDonald . Past, present and future methods of Cryptography. University of Utah, 2010.

2. Herodoto, Los nueve libros de la Historia: Libro V.

3. Real Academia de la Lengua. http://www.rae.es

4. Polibio. Historias. Trad. y notas de M. Balasch Recort. Intr. de A. Díaz Tejera. Rev.: J. M. Guzmán Hermida. Obra completa. Madrid: Editorial Gredos.

5. Suetonio Tranquilo, Cayo (1990). Los doce césares. Barcelona: Editorial Iberia..

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